Y hace 12 años llegué con contrato a lo que se denomina Cataluña
cuando me enamoré de mi (actual) mujer. Y al acabárseme aquél me vine para
aquí. A Gaianes, que es de donde le escribo ahora mismo. En la provincia de Alicante.
Un pueblo muy pequeño. Y vivo a las afueras de él. En una casita de una planta
con terreno amplio, naranjos, perales, almendros, mandarinas y olivos, huerta,
preciosas vistas, piscina (como es de costumbre en la zona, no por capricho
personal), está vallado pero tiene sus puertas abiertas siempre, no ondean
banderas, ni sentimientos patrios, no existen los colores, ni distinciones y recibe
la visita de mucha gente local y/o desplazada de todas las provincias del
territorio nacional. Ya sea para descansar, escalar, de paso, comer la super
paella que hace mi mujer o probar el marmitako, que según dicen me sale muy
buena.
Tengo una hija y 9 sobrinos. Y mis cuñados les dicen a sus hijos
que me canten el "yo soy español, español, español"...Por eso de
tocar los huevos un rato ¿Y sabe qué? LOS QUIERO CON LOCURA. Hablo en
euskera con mi hija desde que Patricia estaba embarazada. Valenciano o catalán
dependiendo con quién me cruce en cada momento.
Mis sobrinas por petición de ellas han aprendido a contar, hacer frases en
euskera (hago un inciso, para decirle que el Facebook me da error cuando escribo
euskera; ¡¡vaya hombre!! qué casualidad). Nos cogemos los sacos de dormir y nos
tumbamos para ver estrellas fugaces. Bajo la luna que, recuerde, es de todos y
todas.
En mi día a día, convivo con gente de Extremadura, Murcia, Galicia
que llevan en sus carteras calendarios con la foto de Paco. El del pollo. Y no
me importa. Porque opinan de usted, casi lo mismo que yo. Que lo echan en
falta, cuando se le necesita. Algunos de ellos, no lo pueden ni ver. ¡Maldito
radicalismo!
En 2012, tampoco pude mirarlo a los ojos, ni saludarlo. Cuando
ardieron más de cincuenta mil (50.000) hectáreas de su España. Fue aquí, cerca
de donde vivo. Donde muchas familias, se quedaron sin nada. Con lo puesto. Se
cerraron empresas, negocios familiares, escuelas, hubo familias que tuvieron
que hacer las maletas. Ardió todo menos el horroroso puente de Calatrava. ¿Vino
usted a inaugurarlo? Escuchaba rotores de helicóptero. Pensé que era usted pero
eran de los equipos de extinción. Escuchaba sirenas, creí que era su comitiva
pero no, eran servicios de extinción de incendios. No vino a sentarse junto a
ellos y buscar soluciones, a mirarlos a los ojos.
Ni en el incendio de Torre de les Maçanes pude verlo. De entre
los 21 medios aéreos, ninguno era el suyo. No abrazó o dio la mano, o lloró con
ninguno de los familiares del bombero y agente forestal que fallecieron. Yo sí lo hice. Les miré a los ojos, les di la mano y
un fuerte abrazo largo porque me tocó estar allí. Con gente llana, española,
valenciana, murciana, madrileña, vasca que trabaja por cuidar su nación. O
parte de ella. De su patrimonio.
El día a día, el roce con las personas, me hace vivir. Sentirme
persona. Hasta que hace un par de noches, sobre las 9, me dijeron que
podría verle de nuevo. Decidí sentarme frente a la TV y mire usted por dónde:
¡Estábamos frente a frente de nuevo!
Consiguió sacarme una leve sonrisilla. Tal vez recordando las
tardes en las que nos juntábamos en la sala de juegos, o tomábamos un refresco
o estábamos frente a la tienda de Santi y su mágico olor de la cera sobre los
esquís. Yo le miraba a los ojos y usted a mí. Le escuché el: "malos,
malos, malos....habéis sido muy malos". Como el padre/madre que quiere
enseñar una lección a sus hijos. Sí, nos miró a los ojos. Pero puso nombre y
levantó el dedo a los "culpables".
Como el chivato de clase. Como el niño en una obra de teatro o
cuenta cuentos, que le piden que no diga dónde está el lobo y se levanta para
señalar y gritar, dónde está el lobo.
Mal. Muy mal. Porque si somos
familia, si todos somos una gran familia, usted ha querido culpar, vender a
parte de sus hijos, lavarse las manos y no mirar a los ojos a sus semejantes
y ... quedar como un rey.
P.D.: ya sé que no leerá esta carta. Entre otras, porque no se
la enviaré. Porque no creo en usted. Pero si algún día, le llega esta y quiere
pasarse por nuestra casa sepa:
- que tiene las puertas abiertas.
- me avise un día antes; pues el marmitako está más rico si se cocina el día
anterior.
- y si viene a ver las estrellas, tráigase su saco de dormir ya que el que le
pueda dejar yo le cubrirá sólo hasta la cintura.