BILATU

urria 09, 2017

SEMAFOROAREN TEORIA ETA BORBOIA (Anexo)



Sabin Salaberri adiskideari entzun nion lehen aldiz "semaforoaren teoria" eta ordudanik nire egin nuen. Fenomeno asko ulertzeko balio izan dit eta sarritan erabili dut zeharkako adibide argigarri gisa. 

Orain hurrengoan Argentinako lagun batek argi pixka bat eskatu zidan Kataluniako auziaren gain. Eta ostera jo nuen semaforora. Pil-pileko gaia duguna ulertzeko balio liezaioke irakurleari, oraingoan. 

Semaforoa gorri dagoenean gelditu eta itxaron egin behar da argi berdea jarri arte. Gerta daiteke semaforoa hondatuta egotea eta normalean baino zerbait gehiago itxaron behar izatea argi gorriarekin. Urduri jartzen zara baina laster irekiko dela pentsatzen duzu. Azkenik berde ipintzen da, bestaldera igarotzen zara eta bidean semaforoko mantenuaren arduradunaz oroitzen zara. Baina baldin eta ordubete oso batez bazaude geldi berdea noiz ipiniko zain, zer egiten duzu? Oso erraza: mantenukoa eta bere ama gogoratzen dituzun bitartean bestaldera zoaz, semaforoa gorritan egon arren. 

Borboiari entzun ondoren, semaforoko mantenuaren arduraduna ez ezik askok eta askok enpresaren nagusia ere madarikatuko zuten. Nori errieta egin eta espaloian esperantzarik gabe itxoiten egon den oinezkoari, semaforoko matxura konpontzen jakin izan ez duen tekniko inkonpetenteari egin ordez. Gero harridura musua jarriko dute semaforoa errekara botatzen bada...
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Aurreneko aldiz, txoko honetan nirea ez den hausnarketa bat publikatu nahi dut. Ekain nire semea da idatzi duena eta testua bidali zidanean baimena eskatu nion hona ekartzeko. Eskerrik asko Ekain!

Carta al rey

Le conozco, "su majestad", desde que éramos niños.  Es usted, algo mayor que yo.  En edad.  Y en altura, más. 

Mientras nosotros hacíamos nuestro viaje en un R-18, por aquellas curvas nevadas y nos costaba muchas veces, llegar al destino (o salir), recuerdo que usted, llegaba en helicóptero, se bajaba y con sus mejores amigos y escoltas chiquititos, se venía a jugar a la sala de juegos, a tomarse un refresco o pasaba por delante de la tienda de esquis de Santi.  Que mágico era Santi. Y su tienda chiquitita. Y el olor de la cera en los esquis. No es broma, sus escoltas eran chiquititos. Supongo que por la diferencia de altura, no cruzamos muchas veces nuestras miradas. Si, una vez, nos estrechamos las manos. Y con su madre. También, con su padre.  Fue a la entrada de la pista B-50. El pistero, nos dijo que nos teníamos que hacer a un lado y esperar a que ustedes pasaran.

Yo lo viví como ese cuento o película en el que vas a poder ver ¡¡al Rey!! ¡¡a la Reina!! ¡¡ al Príncipe!! Puedo decir, pues ha prescrito, que Eneko se orinó la mano que estrechó a su padre. Y nos reímos los dos. Eneko y yo, claro está. Mucho.  Supongo que más por hacer una chiquillada que por el ultraje directo a la corona. Entonces era usted príncipe. Del pueblo, se suponía. Se supone. Le puedo jurar que entonces no entendía de colores, de banderas ni sentimientos patrios.  Era un chaval que entre semana soñaba con que llegara el viernes y poder esquiar. Más que estudiar.

No recuerdo la fecha de aquel encuentro. En cambio sí, la del 85. En donde fallecieron en un alud, amigos del corazón. Y con ellos, se derrumbaron las vidas de Pili, Ramón, Menchu y demás padres y madres de esos jóvenes (le puedo asegurar, algunos, con sentimiento español). En aquella desgracia, lograron rescatar con vida a una (otra) amiga, que aquí la tiene usted, por si quiere decir algo. Y si no recuerdo mal, no fue usted ni a buscar, ni a sondar, ni palear ni a darle la mano a nadie. 
Permítame que viajemos a...... 2014. Tuve la suerte de conocer a una persona que en ese día del 85, era soldado allí en Candanchú, estuvo a pie de cañón, estudió para guardia, aprobó, siguió estudiando y preparándose para entrar en el GREIM (pues me comentó, antes de fallecer, que aquello y otras cosa más "le tocaron"), siguió ascendiendo y llegó a ser Jefe en el GREIM. Le trasladé las gracias de parte de algunos padres de mis amigos fallecidos. Le aseguro, que él era de los que llamaba "vascongadas" a nuestra zona.  Y nunca hablamos "de política". Y llegamos a compartir, charla, cena, risas y anécdotas.
Volvamos a días posteriores de ese 85. Volvieron a pasar los años.  Navegábamos entonces por el mar Mediterráneo, en las Baleares. Y en una de sus islas, pasamos por delante de un palacio. No se si pregunté o directamente me lo dijeron:

- Mira. En ese palacio veranea el Rey, la Reina, el Príncipe y las infantas.

Cerré los ojos, apunté bien y vi gente rondando por sus murallas, en el acantilado. Inocentemente pero con muchas ganas, saludé. Por si podría verme, por si se acordaba de mí y me devolvía el saludo. Pero qué va. Nos tuvimos que alejar más y además, por SU seguridad. Pregunté si podríamos ir a visitarlo esa tarde (pues igual no me había visto y tal vez quería compartir juegos o bajarse a buscar cangrejos en las rocas) y me sorprendí mucho que me dijeran que no. Que aún pagando su casa entre todos los españoles (no recuerdo bien si tenía sentimientos patrios entonces), teníamos el paso prohibido.
Jo.
Y pasaron más años. En esos días sí, tenía el corazón coloreado. de sentimientos. de convicciones. Me dijeron que venía usted a una ciudad cercana de la que vivía en ese entonces. A inaugurar una convención de empresariales y económicas. Y nos volvimos a cruzar. Y me puse muy de puntillas. Agité el brazo, sonreí, levanté las cejas con muchas ganas y lo saludé. Pero nada de nada. Ni un sólo gesto. Ni una sola mirada. Ni a mí, ni a nadie de los que estábamos allí la verdad, con ganas de exponer cosas. Créame, en la más absoluta de las calmas y tranquilidades. Sí recuerdo que ese día, tuve que correr mucho delante de unos señores de negro con casco rojo y llegué a casa calentito.

Y siguieron pasando los años. Bastantes. Y durante ese tiempo dejé el lugar que me vio nacer y viajé. Conocí nuevos continentes, naciones y pueblos. Y a sus gentes, costumbres, gastronomía, culturas, sentimientos, montañas, barrancos y mares. ¿Y sabe qué? Me di cuenta que no era el centro del mundo, de lo pequeño que era, insignificante para el (casi) resto del mundo y que el sucio globo terráqueo que hemos creado, seguiría girando sin mí, el mismo día que deje de estar entre todos nosotros. Que el Sol y la Luna son de todos y para todos. Que si llueve, nos mojamos igualmente aquí, que en China o en la salida de Urbasa del TD1. Que no existen colores ni fronteras salvo que se pinten administrativamente, con acuarelas o sean reflejadas en las hojas de los árboles en sus 4 estaciones.
 
Entonces empecé a crecer como persona. Por dentro. Pues sigo siendo pequeño. En estatura. ¿Y sabe qué? No soy el mejor en nada pero procuro ser mejor cada día aunque a veces la cago en mi vida. Pero me vuelvo a limpiar la kaka con ayuda o sin y sigo viviendo, para dejar vivir.

Y hace 12 años llegué con contrato a lo que se denomina Cataluña cuando me enamoré de mi (actual) mujer. Y al acabárseme aquél me vine para aquí. A Gaianes, que es de donde le escribo ahora mismo. En la provincia de Alicante. Un pueblo muy pequeño. Y vivo a las afueras de él. En una casita de una planta con terreno amplio, naranjos, perales, almendros, mandarinas y olivos, huerta, preciosas vistas, piscina (como es de costumbre en la zona, no por capricho personal), está vallado pero tiene sus puertas abiertas siempre, no ondean banderas, ni sentimientos patrios, no existen los colores, ni distinciones y recibe la visita de mucha gente local y/o desplazada de todas las provincias del territorio nacional. Ya sea para descansar, escalar, de paso, comer la super paella que hace mi mujer o probar el marmitako, que según dicen me sale muy buena.

Tengo una hija y 9 sobrinos. Y mis cuñados les dicen a sus hijos que me canten el "yo soy español, español, español"...Por eso de tocar los huevos un rato ¿Y sabe qué? LOS QUIERO CON LOCURA.  Hablo en euskera con mi hija desde que Patricia estaba embarazada. Valenciano o catalán dependiendo con quién me cruce en cada momento.
Mis sobrinas por petición de ellas han aprendido a contar, hacer frases en euskera (hago un inciso, para decirle que el Facebook me da error cuando escribo euskera; ¡¡vaya hombre!! qué casualidad). Nos cogemos los sacos de dormir y nos tumbamos para ver estrellas fugaces. Bajo la luna que, recuerde, es de todos y todas.

En mi día a día, convivo con gente de Extremadura, Murcia, Galicia que llevan en sus carteras calendarios con la foto de Paco. El del pollo. Y no me importa. Porque opinan de usted, casi lo mismo que yo. Que lo echan en falta, cuando se le necesita. Algunos de ellos, no lo pueden ni ver.  ¡Maldito radicalismo!

En 2012, tampoco pude mirarlo a los ojos, ni saludarlo. Cuando ardieron más de cincuenta mil (50.000) hectáreas de su España. Fue aquí, cerca de donde vivo. Donde muchas familias, se quedaron sin nada. Con lo puesto. Se cerraron empresas, negocios familiares, escuelas, hubo familias que tuvieron que hacer las maletas. Ardió todo menos el horroroso puente de Calatrava. ¿Vino usted a inaugurarlo? Escuchaba rotores de helicóptero. Pensé que era usted pero eran de los equipos de extinción. Escuchaba sirenas, creí que era su comitiva pero no, eran servicios de extinción de incendios. No vino a sentarse junto a ellos y buscar soluciones, a mirarlos a los ojos. 
Ni en el incendio de Torre de les Maçanes pude verlo. De entre los 21 medios aéreos, ninguno era el suyo. No abrazó o dio la mano, o lloró con ninguno de los familiares del bombero y agente forestal que fallecieron. Yo sí  lo hice. Les miré a los ojos, les di la mano y un fuerte abrazo largo porque me tocó estar allí. Con gente llana, española, valenciana, murciana, madrileña, vasca que trabaja por cuidar su nación. O parte de ella. De su patrimonio.
El día a día, el roce con las personas, me hace vivir. Sentirme persona.  Hasta que hace un par de noches, sobre las 9, me dijeron que podría verle de nuevo. Decidí sentarme frente a la TV y mire usted por dónde: ¡Estábamos frente a frente de nuevo!

Consiguió sacarme una leve sonrisilla. Tal vez recordando las tardes en las que nos juntábamos en la sala de juegos, o tomábamos un refresco o estábamos frente a la tienda de Santi y su mágico olor de la cera sobre los esquís. Yo le miraba a los ojos y usted a mí. Le escuché el: "malos, malos, malos....habéis sido muy malos". Como el padre/madre que quiere enseñar una lección a sus hijos. Sí, nos miró a los ojos. Pero puso nombre y levantó el dedo a los "culpables".

Como el chivato de clase. Como el niño en una obra de teatro o cuenta cuentos, que le piden que no diga dónde está el lobo y se levanta para señalar y gritar, dónde está el lobo.
Mal.  Muy mal.  Porque si somos familia, si todos somos una gran familia, usted ha querido culpar, vender a parte de sus hijos, lavarse las manos y no mirar a los ojos a sus semejantes y  ... quedar como un rey.
P.D.: ya sé que no leerá esta carta. Entre otras, porque no se la enviaré. Porque no creo en usted. Pero si algún día, le llega esta y quiere pasarse por nuestra casa sepa:
- que tiene las puertas abiertas.
- me avise un día antes; pues el marmitako está más rico si se cocina el día anterior.
- y si viene a ver las estrellas, tráigase su saco de dormir ya que el que le pueda dejar yo le cubrirá sólo hasta la cintura.

 

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